30 de diciembre de 2011

La noche más triste

El carraspeo de las lágrimas resonaba en todo el departamento pero debido a la acústica, aún más en el cuarto de debajo de la escalera, donde ella se encontraba, los gritos eran más fuertes que la música que intentaba ocultar la cruel pelea, el aire se sentía pesado. La pequeña de vestido índigo cubría sus oídos con ambas manos y largaba unas mudas lágrimas, no quería respirar, no quería hacer ruido pero aún así su corazón galopaba asustado pero cada vez con más fiereza. Se ocultaba bajo la colcha, sintiéndose invisible e inundando la cama llorando mareas, observando así con los ojos cerrados, cómo su niñez se alejaba en un barquito, escapándose y sin mirar atrás.


Colocó un dedo sobre el almanaque y despacio, descendió hasta llegar al día en que se encontraban, conteniendo el llanto: ya no era más la niña del vestido índigo y ya no tenía permitido llorar. Le habían jurado contra viento y marea que las chicas grandes no podían hacerlo lo tenían prohibido, y menos en público, mostraba vulnerabilidad y si lo hacía, sería débil... y aunque ella no sabía qué significaba aquello no abandonaba su soliloquio y mantenía la mirada firme. Mordió su lengua, arrojando hacia las profundidades del océano el ceñido nudo que se había formado en su garganta, cerró sus ojos y abrió su boca llevando al instante el dedo índice hacia allí para descubrir que el océano al que había arrojado sus problemas no era más que un mar de sangre. Aunque no se encontrase ahora en el cuarto de debajo de la escalera, nada había cambiado. Siempre el mismo día, siempre la misma historia.
Sintió de pronto como la miseria tomaba su cuerpo. Parecía un nuevo personaje, un único personaje en su cuerpo, su alma ya no existía allí, dejando a la miseria como huésped. Era una sensación extraña, sentía como el corazón bombeaba más lento y como su garganta se secaba pero aún así las lágrimas no aparecían por allí. No tenía permitido llorar, y no lo haría.

17 de diciembre de 2011

El dolor de la enfermera

Era cuestión de tiempo hasta que uno de los corazones que latían en aquella habitación de paredes blancas enmudeciera finalmente. La enfermera recorría la estancia inquieta, rastreando soluciones, sudando, induciendo sedantes, guardando las lágrimas, arreglando las sábanas, tragándose los nudos que se le formaban en la garganta, intentando luchar contra la muerte. 
Vociferando gritos de dolor que ni el mejor somnífero podría calmar, el dolor de la enfermera jamás pasaría por la mente del paciente demasiado abstraído en el suyo propio, aunque en efectos prácticos aquel dolor estaba muy oculto bajo capas de maquillaje y sonrisas falsas. María recordó lo que le recomendó el empleador en cuanto aceptó el trabajo mientras observaba el monitor que marcaba los últimos latidos de aquél hombre, mordía su labio inferior y dirigía una mirada llena de falsas esperanzas al hombre que yacía en la cama, "pero más que nada no muestres vulnerabilidad, mejor dicho: no puedes hacerlo, ¿imaginas una enfermera llorando? le quitaría la fe al paciente y acabaría por rendirse sin esforzarse en mantener su vida en pie... quizás incluso, si dejas caer una preciosa lágrima sería tu culpa María".
Se arrodilló al lado de la cama y le tomó la mano al enfermo, musitó palabras mágicas y él, por primera vez le dedicó una sonrisa antes de perecer para siempre, abandonando así a la enfermera y dejandole la chance de vomitar todas las lágrimas y el dolor que estaba latiendo hacía rato en su pequeño corazón.

Fue humana por dos minutos, hasta que recordó la última — y más ardua— tarea que le restaba. Secó sus lágrimas con un pañuelo que llevaba en su delantal, y se acercó a la esposa del difunto para comunicarle la cruel noticia. Los años que los médicos se la pasaban endureciendo su corazón al estudiar con cadáveres les garantizaba una tarea muchísimo más sencilla que aquella, que según decía en la guía de empleos podría realizar cualquier inútil.
Intentó mezclar las palabras más acordes con sus ojos enrojecidos pero eso pareció irritar aún más a la mujer, que pensó que quizás, antes de pasar a mejor vida su esposo habría fantaseado con la bella enfermera, sintiendo celos hasta de la muerte, para abandonar el hospital dirigiéndole a la enfermera la mirada más hostil que un ser humano podría dirigir. Ni siquiera se detuvo en considerar que María había permanecido toda la noche sosteniéndole la mano a su marido, rezando por su vida, por la vida de un hombre que en efectos prácticos conocía hacía menos de diez horas.

Sus grandes ojos café, tomaron el color de un cortado en cuanto los inundó en dulces lágrimas, alejándose del hospital para sufrir en paz. Nunca nadie consideraría el dolor que una enfermera podría llegar a sufrir, nunca nadie consideraría su esfuerzo por mantener de éste lado del río al paciente en los últimos instantes, nunca la verían de otro modo más que el que marcaba el protocolo. Siempre sería la enfermera y el hombro que indudablemente debía entregar a los pacientes para llorar sus últimas lágrimas, exhalar su último suspiro y compartir su último sufrimiento pero que luego de partir quedaría prendado en ella, terminando así con el corazón hecho trocitos y la boca llena del sabor de la muerte. 

26 de noviembre de 2011

La perfeccion de las estrellas

Por un mágico instante la posibilidad de que el tiempo se hubiera detenido cruzó sus pensamientos como una estrella fugaz irrumpe la tranquilidad de la noche: el paisaje permanecía tan calmo que ni la brisa encargada de mantenerla despierta producía el más ligero cambio en las copas de los árboles, ni siquiera había movimiento cerca de la avenida principal. Y ni hablar de las estrellas. Aquellos pequeños e imperceptibles destellos se multiplicaron cuando alzó la vista y clavó la mirada en un punto fijo en el firmamento "¡es tan injusto!" pensó, "los transeúntes de la oscuridad viajan enfrascados en sus problemas, que cuando alzan su mirada al cielo lo único que ven son un reflejo de éstos... y nadie percata la belleza de las pobres estrellas que nada pueden hacer más que aumentar su brillo para capturar su atención".
Abrió la boca y consideró poner a prueba al corazón que latía a su lado. Si se esforzaba en mantener sus ojos abiertos observando las estrellas como uno observa una imagen, absorto en sus ideas entonces no sería más que un error de su corazón al escogerlo, un alma perdida que ocupaba su corazón por confusión, en cambio si se perdía en sus brillos y sus destellos sería en definitiva el poseedor de la llave de su alma. Su boca se secó cuando por fin la cerró, acobardada como estaba. La posibilidad de que la primera opción fuera la ganadora la atemorizó y prefirió ignorar la verdad, manteniendo así la viva imagen del príncipe perfecto que tenía de él.

"No, no son solo puntos esparcidos en aquella gran sábana brillante, titilan" pensó él y al verlas no pudo más que discrepar con quienes no creían en la magia, ¡si allí estaban ellas como vivo ejemplo!, "la eternidad es mágica, ¿cómo lo hacen? Permanecen ocultas en la oscuridad sin alterar su forma o color por años luz, invariables, quietas, majestuosas. Perfectas.", y volteó su cabeza para observarla observándolo y ambos compartieron una sonrisa de otra galaxia, ¿no llevaría una estrella enjaulada en su pecho? Lo que sintió en aquél momento encajó perfectamente con lo que antes había descrito: un amor eterno, invariable, y por sobre todas las cosas oculto en la oscuridad.

16 de noviembre de 2011

Crónicas de Julieta I

El sol, tan lejano y egoísta, había asomado su esplendor por detrás de las nubes ignorando las penas que sufriría al ver su brillo y no pude más que maldecir su luz para mis adentros. Lamentablemente, mis manos no eran lo suficientemente poderosas como para cubrir mis oídos, así que ellos, deplorables puertas de la verdad oyeron la seca percusión que los cascos del caballo percutían contra el frío suelo, ¡se iría para siempre! Procuré sellar los labios que minutos antes él había besado y morder mi lengua hasta que una ardiente capa de sangre delinease mis dientes, censurando así las palabras que mi corazón no podría evitar gritar. Si él llegase a oírme volvería de inmediato tomándome prisionera, pero por más que ese fuese mi auténtico deseo no podía herirlo de tal forma. 


El relinche del caballo me trajo de vuelta a la realidad, abrí los ojos con sorpresa y busqué su figura... pero la muerte había sido más rápida que mi socorro y acudió antes, aliviando sus penas de éste modo: dejando su cuerpo tendido en el suelo y envuelto en una palidez espeluznante. 

10 de noviembre de 2011

XI

olisqueó la putrefacción de aquella raída celda por undécima vez en lo que iba del día y luego de un suspiro, dejó que su mirada se perdiera en el claro cielo. lo supo desde un principio: su albedrío no podía ser eterno. sabía que tarde o temprano sería amarrada como un pájaro el cuál tiene ambas patitas anudadas con listones color púrpura, obligado a volar al antojo del que, envidioso, sujeta con ambos pies sobre la tierra las cadenas privándola de su tan ansiada libertad. 

29 de octubre de 2011

Las mejores épocas, parte II

Supuse que sabrás que te amé con todo mi corazón. Ahora realmente cuestiono mi cordura cuando lo digo, pero te amé tanto que podría haber sacrificado mi vida por la tuya, pero tú mismo lo dijiste: ni siquiera el más puro de los amores, el más grande sacrificio o la más roja de las lujurias podría salvarnos de el final que fue escrito para nosotros.
Quiero decir, habías dicho que nuestra relación era saludable. Y sí, en algún momento lo fue, pero entonces ¿qué dirías ahora si estuvieses aquí?
Todo se volvió tan oscuro cuando el pánico reemplazó tu lugar en mi corazón, seguido de la angustia, el enojo y finalmente el dolor. Mi balcón se inundó para siempre y me vi obligada a tapiar las ventanas, mi cama nunca fue rehecha, no cambié jamás las sábanas ya que conservaban tu perfume... ¡si tan solo todo se hubiera mantenido como en esa noche!
Hubiera deseado quedarnos en esa página para siempre, pero desgraciadamente el tiempo pasa.

22 de octubre de 2011

¿había sido un sueño o una horrorosa pesadilla?

Despertó envuelta en sudor. 
Tomó dos largas bocanadas de aire, y contuvo las lágrimas que se amontonaban en sus lagrimales. Desenroscó las sábanas que envolvían su pierna derecha y temblando, se acercó hacia la ventana. Abrió los postigos y observó un cielo cubierto en su totalidad por nubes, por el cuál nunca sabría en qué horas se encontraban.
Sentía arder un leve fuego en su corazón, donde latía la lastimosa duda, ¿había sido un sueño o una horrorosa pesadilla?
A cada segundo respiraba con más dificultad, masajeó sus sienes con la yema de sus dedos e inhaló, perdió su mirada en el cielo, buscando una respuesta que no tenía la pregunta formulada. Y jamás la encontró allí.  

10 de octubre de 2011

"Respira"

"Respira" murmuraste en mi oído, y pude oír como una bandada de gaviotas batía sus alas en el horizonte.
Mantuve los ojos cerrados por un segundo y sonreí, agradeciendo a las miles de pestañas que por fin habían concedido el deseo que ahora se cumplía frente a mis ojos.
Percibí como nuestros corazones se unían, los mismos que hubiesen conformado una melodía totalmente disonante en el pasado y ahora latían al compás, componiendo una armoniosa música.
Sentí en mi pupila arder un pequeño resplandor, el que llamaba la atención, el delicado, simple, pero frágil por sobre todo, el que volvía bello a cualquiera, y le otorgaba ternura a cada fotografía que protagonizáramos, aquél resplandor que brillaba en los ojos de los enamorados.
Sospechaba que no me esperaría un futuro muy agradable pero no, no haría nada para cambiarlo. Era lo justo, porque en aquél momento, tan enamorada como estaba, hubiera dado todo por ti: podrías haber jugado a tu antojo conmigo. 
"Respira" murmuraste en mi oído,  pero... ¿cómo pretendías que lo hiciera estando tú tan cerca mío? 

7 de octubre de 2011

lucero

La tediosa noche parecía no terminar jamás: la redonda luna llameaba pura y blanca bajo la oscura noche, y tú continuabas haciéndome olvidar mi nombre cada vez que dirigías tu absurda mirada hacia mi pupila, cuando por accidente, rozaste mi mano.
Te olvidé, no quise hacerlo pero otra imagen cruzó mi mente al sentir el calor de tu piel y por primera vez a lo largo del día tu rostro se borró sin dejar huellas. Aquél fuego se multiplicó por mil, mi mano ardió y mi corazón comprendió la metáfora de que un lucero estaba abrasando mi piel. Siempre te sentiría como una lejana estrella, a la que jamás podría llegar por más que lo desease con la más roja vehemencia. 
A cada paso que creo dar, pierdo una sonrisa y me descubro más alejada de donde comencé. 

29 de septiembre de 2011

margaritas, miel y jugo de sandía.

Volver del inconsciente y oír la lluvia.
Correr a la cocina a preparar el café matutino.
Esperar al lado de la cafetera mirando un punto fijo, intentando que los pensamientos no se cuelen por la tranquilidad que acosa la mañana lluviosa pero que de todos modos, sean más fuertes que tú y se cuelen de cualquier forma.

Y tus pensamientos te elevan en la esencia de los recuerdos y allí estás, reviviendo sin que nadie pueda verte, lo que sucedió esa madrugada.
Un gentil jazz sonaba a lo lejos, pero nadie parecía percatarse de él más que cuando las jovencitas más ebrias tomaban de la mano a algún que otro muchacho y lo hacían bailar con ellas al ritmo del saxofón o de la trompeta.
Caminas por los pasillos del establecimiento como un ende invisible, como un fantasma. Y por fin los encuentras.
Bailan al son de la música, pero ambos notan que están casi tan sobrios como un domingo a la mañana, solo han tomado un poco de ponche que los ha vuelto algo más alegres. 
Emanan perfume de margaritas, miel y jugo de sandía. Sientes que estás de más, aunque sabes que ellos no notarían tu existencia ya que están perdidos en la mirada del otro. Se acarician con delicadeza, como si fuesen obras invaluables, piezas de arte, flores desnudas.
Y entonces cuestionas todas aquellas conjeturas que habías hecho en tus más oscuros y tristes días y te preguntas si lo que habías creído amor no era más que un tormento, porque el amor es correspondido, entonces o el amor realmente existía o lo que ellos vivían no era más que... un... no. 
Definitivamente, era amor.

21 de septiembre de 2011

catarsis I

Hizo catarsis con la triste melodía que sonaba de fondo. Cerró los ojos e intentó dejarse llevar por la música.
No tardó en llorar. Quizá no sería religiosa, pero no podía negar el que existiese el alma. No tenía ni idea de dónde se encontraría, ni tenía una explicación lógica pero en ese instante, la sentía vacía. 

17 de septiembre de 2011

The end

Con sumo cuidado y una gracia de bailarina, se sentó a un lado del sepulcro; "¿no es extraño saber que todos acabaremos igual?" pensó "a fin de cuentas, ni el dinero, ni la dicha, ni el poder podrían salvarnos del final."
Las banalidades que se le cruzaron por la mente en ese instante, aquellas por las que había derramado tantas lágrimas, se mostraron ante ella en aquél instante con su verdadera forma, los lamentos que había bailado y las penas que había aguantado fueron insulsas y logró comprender que las lágrimas que ahora derramaba quizá también lo serían... pero al ver el nombre que rezaba aquella lápida un chubasco provocado por una fuerza más poderosa que la atmósfera machucó toda la vegetación que se encontraba a su alrededor.


5 de septiembre de 2011

La lámpara se encontraba apagada, era lo mejor para ambos. El poder verse las caras hubiera sido fatal.
En la mesa reposaba la cena interrumpida, dos copas de vino —una medio llena, marcada con rush y otra, medio vacía—, dos platos rebosando de espagueti y un revólver en el medio.
La respiración suya, se volvía más intensa a cada inhalada; pero ella, por cada exhalada perdía más instantes de vida. Sentía cómo se le escurría el tiempo.
Se llevó la mano derecha al pecho, y con la izquierda, tomó la copa de vino y sorbió hasta la última gota.

Alucinó que la banda volvía a tocar.
Él le tomaba la mano, ignorando que su corazón sangraba a borbotones, y la llevaba a la pista de baile. A cada golpe de la batería, él, colocaba una mano encima de ella.
Exhalada, golpe, giro, paso, golpe.
El ritmo del tango les hacía saborear el poder de la muerte a cada paso, más más cerca.
Pero no importó... la pasión fue más fuerte. 

28 de agosto de 2011

Luces de la ciudad, parte II





Gracias a las luces de la ciudad, logré comprenderlo.
Mientras descansaba mi cabeza en mi mano derecha y derrochaba un par de lágrimones abrigué en mí, luego de tanto tiempo, un pensamiento optimista. Una pequeña luz para iluminar mi desdicha. O miles, como las que recorren la noche.
El tiempo se devora las vidas como si fuese su plato favorito. Pero ¿porqué no? Si puede devorar vidas, puede devorar dolor.
Luego de tanto odiar el reloj de arena y las mil pesadillas que abarrotaban mi mente sin dejarme dormir logré entender que no será para siempre. El dolor pasará. Ya llegarán tiempos mejores. 

Nuestras existencia es efímera, tal como las luces que irrumpen la misteriosa inocencia de la oscuridad, y así lo serán nuestro dolor,  nuestras dichas y toda la miseria que  abracen  nuestra estadía. 

17 de agosto de 2011

Antaño

Libros ajados por el tiempo,
tus ojos observándome desde la utopía.
Amores ajados por el tiempo,
tomados de la mano en mi fantasía.

¿existe realmente lo que tú estás buscando...
... o tan solo te empeñas en sueños de antaño?

4 de agosto de 2011

... y recorrer la ciudad con la cabeza apoyada contra el cristal.

Observar las hojas marchitas, los vehículos corriendo a velocidades desconsideradas simulando enojo y violencia, los pobres árboles con sus ramas tiesas apuntando al cielo con tanta presición como las bailarinas de ballet, los rascacielos que realmente acarician el firmamento, el cielo que paulatinamente comienza a tornarse naranja, las pintorescas calles intransitadas con sus moradas de cuento de hadas, las calles transitadas con sus lujosos escaparates llenos de joyas y vestidos costosos, los transeúntes deambulando por éstas: los ricos que se sitúan frente a las vidrieras y escogen con determinación qué comprar, y los pobres que se mezclan con los anteriores y solo les basta observar a pesar que se les haga agua a la boca. Los transeúntes con sus interminables problemas, las rayas blancas del asfalto, la absurda senda peatonal que ya nadie usa, las iglesias, los fríos velatorios, la florería de la esquina con sus coloridas flores y su triste o hermoso premeditado fin: obsequio para los amantes o atención para los fallecidos, los postes de luz llamados faroles, el frío. El dulce frío que se cuela por entre las bota-mangas del pantalón y termina dibujando un círculo rojo en la nariz. El cielo, que aún está celeste, franjeado por un aura blanco que inspira ternura, pero la luna con su simpática forma de medialuna inclinada estaba situada en el medio de un cielo cálido pero sin sol. Las luces de la ciudad también ignoraban el color del cielo y ya habían comenzado a encargarse de la iluminación. En realidad es hermoso, la ciudad puede ser realmente dañina pero no es un paisaje desdeloso, los faros de los automóviles incluso se lucen más con el cielo en su tono dudoso, porque a medida que escribía la noche cada vez se volvía más palpable y se acercaba más al procenio para brillar finalmente. Y el patrón se volvía a repetir. Edificios, florerías, problemas... Anuncios publicitarios que aparentan inocencia, pero son resultado de estudios macabros de psicología y contabilidad que sólo buscan vender el producto a un millar de gente.
Y ocultarse de los problemas entre los grafitos y las hojas de papel mate.

2 de agosto de 2011

There are dreams that cannot be, and there are storms we cannot weather

La cámara se aleja, pronto será una visión panorámica desde el cielo.
Tus manos envuelven mi cintura al ritmo de una música inexistente, recuesto mi cabeza en tu hombro. Nuestros cuerpos se funden en uno, es increíble... no puedo retener mis emociones y me largo a llorar. Ojalá no me veas. El abrazo me consume, cada vez estamos más cerca.
Intento decir lo que no puedo mediante este baile, me muerdo el labio, es increíble lo que me estás haciendo.
Este silencio impenetrable dice más que mil palabras, dice más que mil miradas. Nos une algo más especial que un tema en común, nos une algo más que la palabra, estamos conectados.

Me siento vulnerable llorando, idiota, pero no me verás en mi punto máximo de vulnerabilidad. Nunca me verás tan débil, lo ocultaré todo con una sonrisa.
¿Porqué no es todo como yo lo deseo? ¿Porqué la vida intenta a cada paso hacerme sentir peor y peor? ¡quisiera por fin vivir una historia de amor!

Las lágrimas no cesan de caer, vuelvo a morderme el labio y mi respiración se entrecorta. ¡Te tengo tan cerca y a la ves estás tan distante! tiendeme tu corazón en mi mano y por favor confía en que yo no soy de esas chicas, yo puedo hacerte feliz.

Entonces, me besas. Y sé que no lo estoy imaginando, sé que es real.
Esa sensación, increíble, esa detonación de felicidad que se produce en el fondo de tu corazón, se encarga de transformar el oxígeno en miel, el dióxido que largas por la nariz se convierte en tristeza, penas, dolor, celos, mal, ¡nada malo queda en tu interior! ¡tan solo eres un lucero brillando en el cielo!
Por una vez, eres feliz. Y te despreocupas de seguir pensando. Lo tienes, ¿así se siente cuando un sueño se hace realidad?

1 de agosto de 2011

—¿Cuál es tu animal favorito?- le preguntó la madre. Pretendía regalarle para navidad una camiseta con un gran gato violeta que había visto en una tienda del zoo, pero de todos modos, quería asegurarse que a su hija le iba a gustar.
— Las gaviotas.
Azul se decepcionó fácilmente aunque pronto pareció extrañada, ¿las gaviotas?
— Hija, ¿segura que no te gustan los perritos como clifford, que dicen guau guau? —la pequeña rió—¿los elefantes con sus largas trompas y sus brillantes colmillos? ¿los gatitos como el que tiene la tía Sami?
Delila continuó riendo y le tomó la mano a su mamá.
— No mamá, me gustan las gaviotas.
No parecía entenderlo.
— ¿Porqué corazón?
— A mis amigos no les gustan las gaviotas. Nadie las ve cuando vuelan en la playa, cuando estamos de vacaciones, ¡pero yo sí! me gustan porque vuelan. Las gaviotas son libres, yo quiero volar ma. Yo quiero tener su libertad. En el colegio me enseñaron a que era libre gracias a Belgrano y San Martín... pero no siento esa libertad. Yo quiero volar, como las gaviotas.

22 de julio de 2011


...hace tanto ya que esperas, esperas a que termine el desamor, esperas a que comience el olvido, esperas a que acabe la soledad, esperas la condena, el suplicio, la amargura, y continúas esperando por tiempos inimaginables, la espera se vuelve tediosa, las ansias carcomen tus sesos, comienzas a impacientarte porque de un momento a otro olvidas lo que habías estado esperando, pero aún así, prefieres quedarte ahí, porque no sabes hacer nada más que aguardar bajo el aguacero.

5 de julio de 2011

La triste música que tocaba el piano retumbaba en mis oídos mientras sostenía una taza de café en mis manos, intentando encontrar en ella algo de calor para caldear mi alma gélida y el frío que sentía por consecuencia.
Exhalé dentro de ésta y pronto mis lentes se empañaron.
— Eso es realmente tierno.


Tú, mientras saboreabas un whisky escocés, te acercaste a mí como si un imán te atrajera. Me echaste una mirada de pies a cabeza, evaluando si esperaba a alguien o si en realidad, estaba sentada en la mesa más alejada solo para refugiarme del frío que congelaba la avenida principal y no tenía motivo alguno para rehusar de lo que creías que era tu ansiada compañía. 


Al dirigir mi mirada a tus ojos y notar que mi café y éstos eran del mismo color, cruzó por mi mente la voraz e ingenua lujuria de ser capaz de beber tu alma del mismo modo que minutos antes hacía con mi elixir; pero, al recordar que si existe el cielo es inevitable encontrar un infierno latente en la tierra —y que en ésta tierra el infierno poseía un terreno más extenso que el cielo—, me arrepentí de haberte deseado de aquél modo y pronto me aventuré a preguntarte del modo más altanero que me fuese capaz qué era lo que hacías aquí, más que arruinarme una velada perfecta.


— ¿Qué, no lo ves? Estoy arrepentido.
— Estás ebrio, que es diferente. El whisky no solucionará tus penas, venir a hablarme en éste estado creyendo que yo soy más vulnerable de lo que eres tú es patético. Qué siquiera te atrevas a pensar que el alcohol te volverá más valiente y te dará las agallas que jamás tuviste ni tendrás es tristísimo, ¡me das tanta pena! — solté en un ataque de ira pero pronto tuve el presentimiento que las palabras que vociferaba eran como una neblina para tí que pronto te verías obligado a transpasar besándome, provocandome lo mismo que el alcohol provocaba en tí.

27 de junio de 2011

Carrousel

Habíamos dicho que la lluvia no iba a estropearlo, lo habíamos prometido.
Planeamos besarnos con más pasión y reírnos de las gotas que atrofiasen nuestros elegantes vestidos y redujeran a escombros mi delicado maquillaje. 


¡Cuánta inocencia querido que gozaba en esos tiempos!


Nos citamos cerca de las 15hs, en el carrousel de la plazoleta. Prometiste esperarme con un ramo de rosas rojas en la mano y una sonrisa en tu rostro, y yo, llena de dicha, me había dispuesto por primera vez a abandonar mis medias de red en el perchero. Renuncié al labial rojo por una velada y me atreví a arriesgarme al amor en vez de al sexo.



16 de junio de 2011

Aún recuerdo ese mediodía de 1998 cuando la pequeña del vestido índigo conoció el teatro. El guía los había traído a la antigua sala de espera, dónde en sus viejas épocas, los adinerados colmaban el ambiente con el humo de sus cigarros, y les había mostrado el quiosquillo, dónde yo pasaba ocho horas al día vendiendo chucherías y cafés, aburriendome de la monotonía de la gente que asistía allí, buscando una excusa para salirme de lo natural.
Entonces la ví.
Las palabras del guía eran claras y las mismas de siempre, les comentaba más de lo mismo y les avisaba que en breve los llevaría a conocer el taller escenográfico, pero a la niña no parecía importarle, ya que estaba muy ensimismada en su propio mundo. Por la luz que emanaban sus ojos era obvio lo que ella quería: conocer el escenario.
Casi podía oír su corazón gritando que deseaba más que nada colocar sus pequeños zapatitos de charol sobre el proscenio, cerrar los ojos e imaginarse en escena, interpretando el papel de su vida, con miles y miles de espectadores observandola.

Nadie imaginaría que diez años después, la pequeña del vestido índigo, volvería envuelta en pompas y grandeza para finalmente conquistar a su gran amor secreto.
Quizás ella no me recordase, quizás ni siquiera se habría percatado de mi existencia, pero para mi, su mirada no se había borrado de mi mente. Vestía el mismo esmoquin oscuro que traía puesto aquél día que la conocí; ese día que conocí aquellos ojos color café, y me había decidido a buscar su mirada por todo Buenos Aires, para volvérmela a topar en el mismo lugar donde se produjo nuestro primer encuentro.

8 de junio de 2011

Cielos, el crepúsculo se avecinaba cada vez con más intensidad. Los escépticos no me creerán cuando les confiese porqué la apariencia del cielo me aterra de cierto modo tangible, levanto la vista a éste y me muerdo el labio casi sin pensarlo. Los manchones púrpuras y rojizos no pueden significar otra cosa más que mi ruina.
Todas las veces que había caído, el cielo cuadraba justo de éste absurdo modo. 
¡No podía aceptarlo! Cuando el atardecer se agotase, mi vida se iría con él. Debería exprimirlo a más no poder, debería exprimir sin dubitar esos aterrantes cálidos colores. Rojo, rojo por todas partes. Sabía que algo malo se avecinaba y sin embargo, sabía que tenía que mantener la frente en alto a todo momento y no perder ni por un minuto la esperanza. 

Nos encontramos cerca de aquella farola que realmente sería útil en unas horas, cuando todo yazca en la oscuridad. Te esperé, como de costumbre, con el peso de mi cuerpo reposando en mi pie derecho y fumando un cigarrillo, la espera parecía más corta y el tabaco realmente frenaba mi ansiedad, aunque nada podía del todo con ella. De un momento a otro, te decidiste a aparecer.
— Perdona, se me ha hecho tarde... tú sabes, el tráfico es tremendo a éstas horas.
— Claro... claro... — susurré algo inquieta. Realmente me aterraba decirle cualquier cosa, en éste contexto las cosas se confundirían. Me pregunto cómo nos veríamos desde lejos, qué pensarían los transeúntes acerca de esta escena. Pareceríamos una pareja... pero no eramos más que dos desconocidos que intentaban hallarse.

29 de mayo de 2011

"...the greatest thing you'll ever learn is just to love and be loved in return..."
Moulin Rouge

22 de mayo de 2011

Algo peor que un cuchillo

Grita como si su corazón estuviese siendo penetrado por una afilada daga, pero solo es una imagen sensorial.
Es algo peor que un cuchillo, algo da vueltas por su cuerpo, se abre paso entre todos los sectores de su cuerpo, se apodera de toda su complexión, desde el dedo gordo del pie hasta la coronilla, tensiona inconcientemente todos sus músculos. Y lo deja ir, solloza, canta, grita, chilla, llora, lo libera. Raspa el aire con su melodía y por fin, suspira y relaja todo a su paso.
Comienza a respirar pausadamente, entreabre su boca, todo se vuelve más frio pero por fin, es libre.

15 de mayo de 2011

Though I've tried, I've fallen

Las almas nobles al morir, van al cielo.
Pero los pecadores, los que hemos amado en vano, los que no hemos sido correspondidos ¿a dónde irémos? ¿dónde volará nuestra alma en pena luego del gran finale? Si fuimos heridos y por consecuencia, cortamos con un cuchillo nuestras venas; si malgastamos horas de nuestras vidas mirando la lluvia al tiempo que unos lágrimones bailaban por nuestras mejillas, si odiamos por rencor y deseamos el mal solo por venganza a nuestros corazones, si perdimos el rubor de nuestras mejillas tan solo por costumbre al rechazo, si dejó de importarnos el perder todo, ¿entonces qué será del futuro de los que nos hemos acostumbrado a caer?
"We all begin with good intent
Love was raw and young
We believed that we could change ourselves
The past could be undone
But we carry on our backs the burden
Time always reveals
The lonely light of morning
The wound that would not heal
It's the bitter taste of losing everything 
That I have held so dear."  
Fallen, Sarah McClachlan.

7 de mayo de 2011

Instante errado

El cielo ya casi estaba pintado en su totalidad de un negro azabache, odiaba la época invernal por este único motivo, la oscuridad. Los vendedores comenzaban a tapiar sus vidrieras, por fin se acercaba el domingo, el día donde nadie abriría y todos podrían descansar. La llama de la calle principal comenzaba a extinguirse al tiempo en que todas las vidrieras se confundían con el cielo y los trabajadores intercambiaban falsos saludos con sus colegas para alejarse de su lugar de trabajo y saturar las paradas de los transportes públicos.
Claro está, que para que haya una historia un instante tiene que estar errado. Nada llama más la atención que un punto en el espacio que es inconexo y crea una inquietud. Y aquí entraba en escena el anciano.

¿Porqué estaba acomodando los relojes, como si en vez de terminarse la jornada laboral, estuviese empezando?
Colocaba el precio en cada uno de ellos y los situaba de acuerdo a un orden de equilibrio, como si fuese la tarea más importante de su existencia. En la estantería rezaban relojes absurdos; que sin ruido, que digital, que a agujas, que más grande, que más chico, que despertador, que con motivos infantiles y él se encargaba de darles un propósito a éstos.

Y nadie entraría a ver qué ocurría en realidad con el anciano, nadie se preguntaría lo mismo que yo. Porque la gente camina apurada sin ver a su alrededor, sin inquietarse más que sus propios problemas, intentando llegar más rápido a destino y sin preocuparse por ver lo que pierde en el camino.

1 de mayo de 2011

Sobre mareas y corrientes

Si tuviese que explicarlo por una sucesión de imagénes entonces lo haría así:
En el momento previo olfateamos la sal.
Nos sumergimos, sentimos la presión del agua por nuestro movimiento, recorre toda la cabeza, los hombros, los brazos, el pecho, la panza, la cintura, la cadera, los cachetes de la cola, las piernas y acaba en los dedos de los pies. Revuelve nuestros cabellos, nos deja sin respiración.
Lamemos la sal en nuestros labios e intentamos desenredar nuestra cabellera.
Pero eso no es todo. La vida no se reduce a cabelleras enredadas. La vida va de mareas.
Va de corrientes.
Y la corriente que me atrapó esta vez fue diferente a todas las demás.
Empezó tranquila, inofensiva, como es usual. Continuó en su proceso natural, fue en aumento hasta que se volvió inestable.
Pero lo que cambió fue mi percepción. En vez de luchar contra ella, me dejé llevar.
Porque aunque cueste mantener la boca cerrada, lo que más cuesta es luchar contra la corriente para terminar más perdido de lo que comenzaste.

26 de abril de 2011

El corazon nunca olvida.

No sintió que hubiese problemas con retornar a su casa a pie. El cielo estaba nublado, y eso lo hizo pensar que lo peor que podría sucederle sería que de camino, unas pequeñas gotas le rozasen la piel.
Haría tiempo ya desde la última vez que él había pasado un tiempo a solas consigo mismo, le era imposible recordar cuándo era que se había detenido a pensar cómo se sentía con respecto al asunto.
Decidido a olvidarlo, retomó la caminata. Aún le faltaban unas tres cuadras.
Observaba el paisaje a medida que caminaba, un paso una casa blanca, otro paso un frondoso árbol, un paso un mercedes benz, otro paso un farol, un paso y otro, un paso y otro, no era una tarea difícil.

Aún no sabe si el crujido que oyó desde las profundidades fue de su corazón o de la hoja que al pisar se rompió. Supone que fue una perfecta situación causa-efecto.

El otoño se acercaba, pensó al tiempo en que se mordía el labio. 
Procuró cruzar la calle con atención — tan solo quedaban unos metros.
Levantó la cabeza y miró hacia el cielo, que estaba cubierto en su totalidad por las bellas hojas marrones de los árboles que bordeaban la acera. Llevó su vista hacia el suelo... las hojas marchitas también ocupaban un gran sector en la vereda. 
Un nudo se formó en su garganta, un nudo imposible de retener. Era algo así como una consecuencia de haberlo retenido por tanto tiempo, el nudo se había vuelto más difícil de desatar ahora que el tiempo era otro factor en el problema. No lo dejaba respirar.

La tormenta no comenzó si no hasta que las llaves hicieron contacto con la cerradura. ¡Vaya ironía! pensó al tiempo que secaba sus lágrimas.

18 de abril de 2011

Ultimo suspiro.

Las campanadas de la iglesia resonaron en todo el pueblo, y como acto reflejo él levantó los ojos al cielo, murmurando al tiempo en que parpadeaba las dos palabras que más temía oír:
— Es la hora.
Cruzó ambas piernas y me tomó las manos, para tomar impulso y que ambos podamos levantarnos juntos, pero yo no pude hacer fuerzas, me era imposible moverme, estaba tan asustada.
El miedo se había filtrado en mi cuerpo de un momento a otro y pronto recorría mi espalda como un sudor frío que se adhería a mi camiseta y me quitaba el aliento.
— No tengas miedo... estoy a tu lado, pase lo que pase.- susurró en mi oido. Era la última vez que lo escucharía haciendolo.
Inhalé una gran bocanada del oxígeno más puro que encontraría en todo el pueblo, debido a la cantidad de árboles que crecían en ese lado del parque. Nadie sabría la magnitud con la que extrañaría esas tardes donde solo necesitaba dejar mis problemas de lado, quitarme todas esas preocupaciones artíficiales, desprendiendome de mi abrigo artíficial también, olvidando la bufanda roja y la boina tiradas en el césped, para recostarme y respirar el sol que brillaba en el manto azul en las tardes más frías del otoño.
Sería mi última caminata por alrededor de ésos árboles que me habían brindado sombra cuando necesitaba un lugar donde llorar y ocultarme.
Y ahora debería partir, dejar todo atrás como si fuera sencillo.
Intenté levantarme, y él estaba allí para hacerme apoyo. Me ofreció su mano para darme fuerzas, rayos... sus manos rigusas, secas y cálidas... sería la última vez que caminaríamos juntos tomados de la mano, la última vez que la gente nos creería una pareja cuando en realidad, en realidad no éramos nada.
Suspiré... y sería la última vez que suspiraría.

13 de abril de 2011

Amor

Inocencia.
Caminar lo suficientemente cerca como para tomarse de las manos pero no hacerlo por miedo al rechazo, largas miradas que dicen todo a la orilla del rio, mirar una pelicula y constantemente sonreír imaginando qué podría estar pasando si tomasemos el valor de hacerlo, jugar una carrera montado en una bicicleta para ver quién llega primero al horizonte, silencios y sonrisas; para algunos esa es la perfecta definición de amor: inocencia.
Nada de emociones oscuras como los celos o la frialdad, nada de venganza o rencor, nada de hostigamientos crueles o mentiras, nada de otras intenciones, nada de futuros contaminados con dinero o pobreza, nada de sexo o abstinencia. Ni blanco ni negro: gris.
Esa sería la definición perfecta para el amor, una linda emoción a la cual nos entregamos y recibimos lo mismo a cambio, ni más ni menos... lástima que no vivimos un cuento de hadas.
Mirando la realidad, ¿qué es? ¿y para qué está, por sobre todas las cosas? el diccionario contiene tantas explicaciones a las cuales les encuentro menos lógica que a las que intento formular en mi mente teniendo en cuenta todos los problemas que éste genera. Cada uno tiene su propio significado de amor.
Lástima que el mio este tan contaminado.

6 de abril de 2011

inexpresion

El agua jugaba con el cadáver como se le antojaba, bailando con él de aquí para allá; dejándolo descansar en la arena cuando se cansaba de arrastrarlo a las profundidades, o golpeandolo sin piedad contra una superficie rocosa.

Era rídiculo ese tipo de vulnarabilidad. No podía soportarlo.
Realmente tocaba una partícula en mi interior y ésta se evaporaba, dejándome más vacía de lo que ya estaba.
Me dolía imaginar que el triste alma que había abandonado el cuerpo jamás se enteraría de lo que le estaba sucediendo a su anterior hogar.
Bailaba sin ritmo ni compás una triste melodía, flotando sin vida sobre un océano oscuro y tenebroso.
Sus ojos estaban abiertos, mirando al vacío pero totalmente inexpresivos. Era lo único que tenía algún tipo de sentido en la situación; éstos iban al compás de la muerte, porque ésta significa eso: inexpresión.
¡Qué triste era saber que en un futuro próximo, todos terminaríamos de igual manera! Flotando a la deriva,  y si ahora creemos que no tenemos control de nuestro destino, ¿entonces qué sería de nosotros entonces? ¿será posible que ni ahora lo tengamos y jamás lo vayamos a tener?

28 de marzo de 2011

Ciclotimica

La chica era tan cambiante como un día nublado de primavera, tú sabes, cuando las nubes bloquean al sol, la ciudad se torna fría y todos deben correr en busca de algún pullover, pero cuando el sol las vence entonces el calor que emana es casi tan furioso como para quitarle una sonrisa a un desamparado.

23 de marzo de 2011

paralisis literaria

Y el viento se robó mi inspiración de la misma forma que se lleva los pañuelos de las muchachas con labios pintados de carmín.

13 de marzo de 2011

Impotencia

Sentir que más de doce barrotes limitan tu vista e impiden tu movimiento, eso es impotencia. Observarlos de cerca y fingir que estás bien, fingir que nada te importa, aunque te esté matando por dentro. Aunque sepas que estás encerrado y que nada puedes hacer más que quedarte ahí, sin oponer resistencia, dado que sería inútil intentar liberarte.
Tener ganas de llorar, de gritar, de patalear. Inclusive ganas de lastimarte, porque lastimandote tienes la seguridad de que algo podrías hacer. Lastimarte sería la única acción que serías capaz de lograr con victoria, aunque esté mal.
Y más tarde, al ver que las lágrimas no caen en una drámatica catarata como tú deseabas te sientes más impotente aún, al saber que nada puedes hacer bien. Ni siquiera tu propio cuerpo te responde.

6 de marzo de 2011

Luces de la ciudad, parte I (aun hay mas que decir)

Nuestras vidas son casi tan efímeras como el trayecto que recorren los automóviles en la oscuridad de alguna de las avenidas cercanas al centro.
Algunos deambulan con las luces encendidas como es debido, simulan ser típicos autos, sin ninguna catégoria especial, pero parece que pasan más rápido de lo normal, ya que pronto olvidarás de manera consisa el tipo de luz que emitían. Otros, tan solo pasan desapercibidos, sin ni siquiera grabar un leve recuerdo en tu mente, como si apagasen las luces delanteras y solo dejasen que los iluminen los postes de luz, sin dejar en claro si ocupaban o no un lugar en el espacio. Y luego están los que sí dejan huella. Pasan de un modo especial por la calle, no sabría decir si será por la graduación de las luces, por el color de éstas o tan solo por una vuelta del destino pero son recorridos que te dejan seco, y pronto te es imposible borrar su recuerdo de tu mente.
Realmente creo que no importa en qué tipo de persona se 'encasille' uno mismo, porque nosotros no decidimos lo que somos. Somos diferentes para cada persona por la que atravezamos en la vida. El receptor, el que está allí arriba, sentado en un balcón observando las luces es el único capáz de encasillar a cada uno de nosotros en una catégoria.
Algunas luces —o personas— serán para él similares a las primeras en cuestión: recuerdos vagos pero no consisos, otras pasarán velózmente para él sin dejar ningún tipo de estela y otras permanecerán en su mente muchísimo tiempo, haciendo énfasis en que, por más que la luz haya sido efímera, el recuerdo puede volverse eterno.
Pero hay cosas que no pueden volver a repetirse, por más que se desee con el alma, que se actúe en los sueños, y que se planifique con la mente, el vehiculo que terminó el recorrido, por más que se haya vuelto eterno en nuestros recuerdos y jamás se borre de nuestra mente, no podrá volver a hacer el recorrido nunca.

24 de febrero de 2011

¿Recuerdas cuando eras pequeña? Al momento de dormir, apagabas la luz y rápidamente corrías a tu cama, te tapabas hasta arriba de la cabeza y cerrabas con fuerza tus ojos. Le temías a la oscuridad. 
Y si le tenías miedo a la oscuridad, ni hablar del recoveco de debajo de la cama.
Te aterraba la sola idea de imaginar la cantidad de mounstros que vivían ocultos en esa boca de lobo, creías que podrían devorarte y arrastrarte con ellos, con solo pensarlo corrías de nuevo y presionabas el interruptor de la luz.

Luego, a medida que fuiste creciendo volviste a pensar en ese recoveco. Pero ésta vez no le temías, si no que lo utilizabas como un escondite. ¿Existía un mejor lugar para ocultar las cosas que ya no te interesaban pero que no querías asumir que así era? Esa basura que se acumulaba en tu habitación y cortaba con el orden en ella, con la perfección de un piso de parquét limpio y encerado; pero que no te atrevías a deshacerte de ella. Te daba tanta pena dejar en la bolsa de basura ese viejo camión de bomberos, no podías imaginarte tu vida si alguna vez tu actual camioncito se rompía y necesitabas el viejo, y éste no estaba porque te habías deshecho de él. En fín, era el lugar ideal para esconder esa basura que no sabías dónde meter y que además te avergonzaba.
Toda esa basura recaía en la misma excusa: 'tal vez alguna vez la necesite'. Y ahí la dejabas. Pusiste a descansar miles y miles de juguetes inertes bajo el polvo, sin ver la luz del día; olvidaste un montón de cartas absurdas o recuerdos infantiles que jamás necesitaste luego. 
Pero era perfecto, porque no te deshacías de ellos y en cualquier momento podías correr en su búsqueda para volver a utilizarlos. 'Rayos! me olvidé de mi Barbie Fairytopia' y corrías en busca de ella y casi jurabas que a la barbie le dolía que te hayas olvidado así de ella. Yacía cubierta de polvo debajo de la cama pero en cuanto veía la luz del día volvía a iluminarse esa sonrisa de plástico que lleva prendida en su cara.

Y cuando creces, vuelves a recordar el recoveco. Pero de una manera más atróz: sientes que es una metáfora relacionada con lo que hacías de pequeña con tus juguetes, y te conviertes en uno de ellos: en una muñeca. Eres la basura que tu dueño no se atrevió a tirar, esa molestia que le arruina la dicha y la perfección de un piso de parquét encerado y limpio. Tan solo eres una muñequita más que surgió de la nada de la cual no se quiere deshacer porque tal vez le sirva en un futuro, cuando todas sus muñecas favoritas ya no estén, y seas la única que le quedó. La que prefirió no afixiar en la bolsa de consorcio y a cambio la dejó olvidada debajo de la cama, recubierta en el polvo ¡cómo si eso doliese menos!
Y mientrás te ocultan ahí, lo único que haces es llorar. Llorar y gritar, porque nadie te escucha.
Descubres que no existe mejor lugar que ese recoveco como para ir a llorar cuando las penas te están matando. Esa oscuridad a la que tanto le temías se vuelve tu mejor amiga, la soledad que allí abrigaste se convierte en tu mejor consuelo ¿y qué mejor que un lugar donde nadie te ve para ser ese alguien que no te atreves ser?
Exepto tu yo en miniatura. Ella solo te escucha, tal vez sea un ciclo sin fin. Oye golpes secos, suspiros, resoplidos, sollozos desconsolados que la aterran. Y descubres que, aunque no lo supieras, de pequeña temes a tu futuro: de ser una barbie insulsa te conviertes en un mounstruo recubierto de mucosidad y llanto, con ojeras púrpuras y pupilas inyectadas en sangre.

Y un día, luego de años de espera, ves la luz del día. Lo peor del caso, es que cuando por fín tu dueño se acuerda de tí y te necesita, corre a tu encuentro, y allí estás. Porque a pesar que quisiste escapar no pudiste, porque él te da la movilidad en las piernas, y no puedes huír sin ella. Entonces cuando por fín te encuentra y te quita todo el polvo, ahí te tiene: exactamente igual a como te dejó, con el corazoncito de plástico achicharrado y el maquillaje corrido debido al tiempo y las lágrimas. Pero con la sonrisa intacta, debido a que no puedes evitar sonreír al ver la luz del día. Y la luz del día es tu dueño, ese que tanto te hirió abandonandote pero que a pesar de todo, aún quieres.
¿Y cómo haces para dejar de llorar cuando es lo único que te va a calmar la ansiedad?

8 de febrero de 2011

Regla basica n°1: no te ilusiones jamás.

Es sencillo dejarle rienda suelta al estúpido corazón y que tome la tarea de imaginar una perfecta utopía todas las noches antes de entrar en la subconsciencia del sueño.
¡Claro! Al principio no te causa daño alguno pero el problema está cuando comienzas a transformar la utopía en posibilidad.
Sucede que tú te arriesgas, tiras todo por la borda porque imaginas que delinearán la ilusión con marcador permanente y acabarán juntos, riendo despreocupadamente como si nada más existiese, ¿quién es tan pesimista de imaginarse lo peor de primera mano? Y justo lo que menos se te ocurrió pensar, sucede. Desvanecen tu ilusión con goma de borrar y el papel queda en blanco, como si lo que pintaste con unas pocas palabras bonitas fuese carbonilla y de la más berreta porque para el idiota que te ilusionó las palabras que susurra como poesía con la cruel intención de conquistarte son insípidas, pero para tí... ¡significan tanto! Y la historia termina contigo regañando a tú corazón que ya no ocupa más su lugar porque yace roto en el parquét, con los ojos añegados en lágrimas, recostada en tu cama, irreconocible debido al llanto que te apodera y las pesadillas que hacen imposible tu sueño y colorean unas manchas violáceas debajo de tus párpados volviéndote un pobre zombie desilucionado.

5 de febrero de 2011



Extraño despertarme a 15 minutos de que el comedor cierre, bajar en pijama, que todos los viejos nos miren mal y comer el rico desayuno del hotel. Terminarlo, subir y ver los sables de la escalera y reírnos.
Cambiarnos, llegar a la playa y ver que de nuevo, somos las primeras que llegamos. Meternos al mar con Pame y Gusti, cagarrrrrrrnos de frío e ir corriendo a la pileta (llevar la cámara) y tomar sol.
Extraño que lleguen Vicky y Chia, volver al mar, a la pileta e ir a almorzar. O quedarnos en la carpa y almorzar ahí.
Extraño ir gritando 'jaaaaack' por la peatonal, extraño que Chia diga 'VAMOS AL MAR?' y que las tres le digamos 'PARAAAAA CHIARA'.
Extraño irnos de la playa a las ocho, extraño bañarme y ensuciar el baño. Cambiarme e ir a la peatonal.
Extraño aunque no lo crean, el día en que me enfermé. Porque me dí cuenta que están conmigo pase lo que pase, y, sabiendo que yo no podía salir de la carpa... ustedes tampoco salieron. Lo que sí que no extraño es haberlas tratado tan mal esa noche, perdón perdón, fui de lo peor.
También extraño despertarme con la mejor sonrisa porque ya me había curado, ir al médico, que me de 'el alta' y un papel con la dieta que tenía que seguir (y jamás seguí). Llegar a la playa con una sonrisa de oreja a oreja, y ver que ahora había caído Chia enferma. Somos re carlitas.
Extraño a mi Carla Magna, a mi Pancha Isla y a mi Magna Carta. Extraño ser Billy Billarda.
Extraño reírme tanto. Día, mediodía, tarde, noche, medianoche riendo ¿quién no se puede reír con ustedes, si con total de reír hacemos cualquier cosa? Gritar por la peatonal, complotarse con el vendedor y maltratarme entre todos con el masajeador para la cabeza, reirnos del Chapalmalal y sacarnos fotos con gente desconocida.
También extraño a Tham.

Creo que no puedo pedir unas mejores amigas porque eso sería imposible, no creo que existan mejores amigas que ustedes. Amo a mis amigas con cada partícula de mi ser, ¡las amo tanto!
RZPR LOVE ONDITA POR SIEMPRE

23 de enero de 2011

'Ninguna ola es igual', murmuraste una vez en mi oído mientras observabamos el oleaje tomados de la manos, 'cada una es bella a su manera. Desde el principio marcan la diferencia: se forman de un modo único e irrepetible, pasan su efímera vida recorriendo toda la superficie del océano o, mueren antes de llegar a la orilla y sin haber podido arrastrar nada con ella. Pero es al romper, cuando entiendes que en un instante la ola terminará y será tan solo espuma pintada en la arena'.

Tiempo después, al observar el espectáculo que daban las gaviotas sobre volando por el cielo a la vez que el sol se escondía, entendí lo que meses atrás fui incapaz de entender.
La metáfora se hizo realidad al conocerte y comenzar nuestra relación. Comenzó tan rápido que, antes que me diera cuenta ya te amaba, fue lo más grandioso que sucedió en mi vida, arrasó sentimientos y erosionó mi ser, pero cuando supe que serías irrepetible y tenía intenciones de hacerte saber que quería pasar toda mi vida contigo, rompiste contra una roca y solo fuiste espuma en el vacío, dejándome con las palabras en mi boca y una soledad inquietante.

19 de enero de 2011

Las mejores epocas, parte I

Rondeando nuestras mejores épocas, en dónde salíamos al balcón solo para mojarnos con la lluvia y besarnos sin preocuparnos por lo que los vecinos dirían o dónde pasábamos días sin despegarnos de un abrazo eterno y con solo mirarnos a los ojos sabíamos lo mucho que nos amábamos o también dónde pasábamos noches en vela mirándonos a los ojos, apreciándonos, una noche, cerca de las tres de la madrugada, luego de pasar horas esperando a que uno de los dos rompiese el silencio, fuiste tú quién lo hizo, con un matiz meloso en tu voz regia me agradeciste y soltaste algo así como que nuestra relación era sana.
Sin entenderle mucho el sentido a lo que decías, pero suponiendo que era una frase dulce y sincera, te sonreí y te besé.
— Escucha, lo que te digo es en serio.
Asentí.
— Sucede que no todas las relaciones son sanas. Verás, no basta para que ambos integrantes de la pareja se quieran para que se torne una relación sana. Puede existir todo el amor del universo en una relación pero ésta puede ser de lo más tóxica y dañina, ¿lo entiendes ahora? Los celos, la inseguridad y la violencia se encargan de amenazar al amor más profundo y sincero. De nada vale un 'te quiero' o un piropo por más que sea verdad en una relación así, por que el que recibe el cumplido desconfía de el emisor, del que se supone que debe 'confiar al máximo'.— sonreíste— Lo que intento decirte es que... ésta si es una relación sana. Me haces bien, confías en mi, siento que estoy en el paraíso cuando estoy contigo. No me preocupa para nada el futuro, no temo a que me lastimes, porque sé que no lo harás si de ti depende.
Y luego de finalizar la frase con una sonrisa, el silencio volvió a regir en la habitación. Nos era imposible hablar mientras estabamos demostrandonos nuestro amor.

10 de enero de 2011

Todo el año ESPERANDO para este momento... ¡y por fín llego!
Me voy gente, de vacaciones a miramar con mis mejores amigas ♥
AAAAAAA cómo quisiera que el tiempo se detuviese por una semana y se haga ETERNO.