La cámara se aleja, pronto será una visión panorámica desde el cielo.
Tus manos envuelven mi cintura al ritmo de una música inexistente, recuesto mi cabeza en tu hombro. Nuestros cuerpos se funden en uno, es increíble... no puedo retener mis emociones y me largo a llorar. Ojalá no me veas. El abrazo me consume, cada vez estamos más cerca.
Intento decir lo que no puedo mediante este baile, me muerdo el labio, es increíble lo que me estás haciendo.
Este silencio impenetrable dice más que mil palabras, dice más que mil miradas. Nos une algo más especial que un tema en común, nos une algo más que la palabra, estamos conectados.
Me siento vulnerable llorando, idiota, pero no me verás en mi punto máximo de vulnerabilidad. Nunca me verás tan débil, lo ocultaré todo con una sonrisa.
¿Porqué no es todo como yo lo deseo? ¿Porqué la vida intenta a cada paso hacerme sentir peor y peor?
¡quisiera por fin vivir una historia de amor!
Las lágrimas no cesan de caer, vuelvo a morderme el labio y mi respiración se entrecorta. ¡Te tengo tan cerca y a la ves estás tan distante! tiendeme tu corazón en mi mano y por favor confía en que yo no soy de esas chicas, yo puedo hacerte feliz.
Entonces, me besas. Y sé que no lo estoy imaginando, sé que es real.
Esa sensación, increíble, esa detonación de felicidad que se produce en el fondo de tu corazón, se encarga de transformar el oxígeno en miel, el dióxido que largas por la nariz se convierte en tristeza, penas, dolor, celos, mal, ¡nada malo queda en tu interior! ¡tan solo eres un lucero brillando en el cielo!
Por una vez, eres feliz. Y te despreocupas de seguir pensando. Lo tienes, ¿así se siente cuando un sueño se hace realidad?