26 de abril de 2011

El corazon nunca olvida.

No sintió que hubiese problemas con retornar a su casa a pie. El cielo estaba nublado, y eso lo hizo pensar que lo peor que podría sucederle sería que de camino, unas pequeñas gotas le rozasen la piel.
Haría tiempo ya desde la última vez que él había pasado un tiempo a solas consigo mismo, le era imposible recordar cuándo era que se había detenido a pensar cómo se sentía con respecto al asunto.
Decidido a olvidarlo, retomó la caminata. Aún le faltaban unas tres cuadras.
Observaba el paisaje a medida que caminaba, un paso una casa blanca, otro paso un frondoso árbol, un paso un mercedes benz, otro paso un farol, un paso y otro, un paso y otro, no era una tarea difícil.

Aún no sabe si el crujido que oyó desde las profundidades fue de su corazón o de la hoja que al pisar se rompió. Supone que fue una perfecta situación causa-efecto.

El otoño se acercaba, pensó al tiempo en que se mordía el labio. 
Procuró cruzar la calle con atención — tan solo quedaban unos metros.
Levantó la cabeza y miró hacia el cielo, que estaba cubierto en su totalidad por las bellas hojas marrones de los árboles que bordeaban la acera. Llevó su vista hacia el suelo... las hojas marchitas también ocupaban un gran sector en la vereda. 
Un nudo se formó en su garganta, un nudo imposible de retener. Era algo así como una consecuencia de haberlo retenido por tanto tiempo, el nudo se había vuelto más difícil de desatar ahora que el tiempo era otro factor en el problema. No lo dejaba respirar.

La tormenta no comenzó si no hasta que las llaves hicieron contacto con la cerradura. ¡Vaya ironía! pensó al tiempo que secaba sus lágrimas.

1 comentario:

  1. Anónimo20:27

    y creo que no hay mucho más que no te haya dicho, sos maravillosa, cómo me gusta leer tus creaciones♥

    ResponderBorrar