28 de marzo de 2011

Ciclotimica

La chica era tan cambiante como un día nublado de primavera, tú sabes, cuando las nubes bloquean al sol, la ciudad se torna fría y todos deben correr en busca de algún pullover, pero cuando el sol las vence entonces el calor que emana es casi tan furioso como para quitarle una sonrisa a un desamparado.

23 de marzo de 2011

paralisis literaria

Y el viento se robó mi inspiración de la misma forma que se lleva los pañuelos de las muchachas con labios pintados de carmín.

13 de marzo de 2011

Impotencia

Sentir que más de doce barrotes limitan tu vista e impiden tu movimiento, eso es impotencia. Observarlos de cerca y fingir que estás bien, fingir que nada te importa, aunque te esté matando por dentro. Aunque sepas que estás encerrado y que nada puedes hacer más que quedarte ahí, sin oponer resistencia, dado que sería inútil intentar liberarte.
Tener ganas de llorar, de gritar, de patalear. Inclusive ganas de lastimarte, porque lastimandote tienes la seguridad de que algo podrías hacer. Lastimarte sería la única acción que serías capaz de lograr con victoria, aunque esté mal.
Y más tarde, al ver que las lágrimas no caen en una drámatica catarata como tú deseabas te sientes más impotente aún, al saber que nada puedes hacer bien. Ni siquiera tu propio cuerpo te responde.

6 de marzo de 2011

Luces de la ciudad, parte I (aun hay mas que decir)

Nuestras vidas son casi tan efímeras como el trayecto que recorren los automóviles en la oscuridad de alguna de las avenidas cercanas al centro.
Algunos deambulan con las luces encendidas como es debido, simulan ser típicos autos, sin ninguna catégoria especial, pero parece que pasan más rápido de lo normal, ya que pronto olvidarás de manera consisa el tipo de luz que emitían. Otros, tan solo pasan desapercibidos, sin ni siquiera grabar un leve recuerdo en tu mente, como si apagasen las luces delanteras y solo dejasen que los iluminen los postes de luz, sin dejar en claro si ocupaban o no un lugar en el espacio. Y luego están los que sí dejan huella. Pasan de un modo especial por la calle, no sabría decir si será por la graduación de las luces, por el color de éstas o tan solo por una vuelta del destino pero son recorridos que te dejan seco, y pronto te es imposible borrar su recuerdo de tu mente.
Realmente creo que no importa en qué tipo de persona se 'encasille' uno mismo, porque nosotros no decidimos lo que somos. Somos diferentes para cada persona por la que atravezamos en la vida. El receptor, el que está allí arriba, sentado en un balcón observando las luces es el único capáz de encasillar a cada uno de nosotros en una catégoria.
Algunas luces —o personas— serán para él similares a las primeras en cuestión: recuerdos vagos pero no consisos, otras pasarán velózmente para él sin dejar ningún tipo de estela y otras permanecerán en su mente muchísimo tiempo, haciendo énfasis en que, por más que la luz haya sido efímera, el recuerdo puede volverse eterno.
Pero hay cosas que no pueden volver a repetirse, por más que se desee con el alma, que se actúe en los sueños, y que se planifique con la mente, el vehiculo que terminó el recorrido, por más que se haya vuelto eterno en nuestros recuerdos y jamás se borre de nuestra mente, no podrá volver a hacer el recorrido nunca.