29 de octubre de 2011

Las mejores épocas, parte II

Supuse que sabrás que te amé con todo mi corazón. Ahora realmente cuestiono mi cordura cuando lo digo, pero te amé tanto que podría haber sacrificado mi vida por la tuya, pero tú mismo lo dijiste: ni siquiera el más puro de los amores, el más grande sacrificio o la más roja de las lujurias podría salvarnos de el final que fue escrito para nosotros.
Quiero decir, habías dicho que nuestra relación era saludable. Y sí, en algún momento lo fue, pero entonces ¿qué dirías ahora si estuvieses aquí?
Todo se volvió tan oscuro cuando el pánico reemplazó tu lugar en mi corazón, seguido de la angustia, el enojo y finalmente el dolor. Mi balcón se inundó para siempre y me vi obligada a tapiar las ventanas, mi cama nunca fue rehecha, no cambié jamás las sábanas ya que conservaban tu perfume... ¡si tan solo todo se hubiera mantenido como en esa noche!
Hubiera deseado quedarnos en esa página para siempre, pero desgraciadamente el tiempo pasa.

22 de octubre de 2011

¿había sido un sueño o una horrorosa pesadilla?

Despertó envuelta en sudor. 
Tomó dos largas bocanadas de aire, y contuvo las lágrimas que se amontonaban en sus lagrimales. Desenroscó las sábanas que envolvían su pierna derecha y temblando, se acercó hacia la ventana. Abrió los postigos y observó un cielo cubierto en su totalidad por nubes, por el cuál nunca sabría en qué horas se encontraban.
Sentía arder un leve fuego en su corazón, donde latía la lastimosa duda, ¿había sido un sueño o una horrorosa pesadilla?
A cada segundo respiraba con más dificultad, masajeó sus sienes con la yema de sus dedos e inhaló, perdió su mirada en el cielo, buscando una respuesta que no tenía la pregunta formulada. Y jamás la encontró allí.  

10 de octubre de 2011

"Respira"

"Respira" murmuraste en mi oído, y pude oír como una bandada de gaviotas batía sus alas en el horizonte.
Mantuve los ojos cerrados por un segundo y sonreí, agradeciendo a las miles de pestañas que por fin habían concedido el deseo que ahora se cumplía frente a mis ojos.
Percibí como nuestros corazones se unían, los mismos que hubiesen conformado una melodía totalmente disonante en el pasado y ahora latían al compás, componiendo una armoniosa música.
Sentí en mi pupila arder un pequeño resplandor, el que llamaba la atención, el delicado, simple, pero frágil por sobre todo, el que volvía bello a cualquiera, y le otorgaba ternura a cada fotografía que protagonizáramos, aquél resplandor que brillaba en los ojos de los enamorados.
Sospechaba que no me esperaría un futuro muy agradable pero no, no haría nada para cambiarlo. Era lo justo, porque en aquél momento, tan enamorada como estaba, hubiera dado todo por ti: podrías haber jugado a tu antojo conmigo. 
"Respira" murmuraste en mi oído,  pero... ¿cómo pretendías que lo hiciera estando tú tan cerca mío? 

7 de octubre de 2011

lucero

La tediosa noche parecía no terminar jamás: la redonda luna llameaba pura y blanca bajo la oscura noche, y tú continuabas haciéndome olvidar mi nombre cada vez que dirigías tu absurda mirada hacia mi pupila, cuando por accidente, rozaste mi mano.
Te olvidé, no quise hacerlo pero otra imagen cruzó mi mente al sentir el calor de tu piel y por primera vez a lo largo del día tu rostro se borró sin dejar huellas. Aquél fuego se multiplicó por mil, mi mano ardió y mi corazón comprendió la metáfora de que un lucero estaba abrasando mi piel. Siempre te sentiría como una lejana estrella, a la que jamás podría llegar por más que lo desease con la más roja vehemencia. 
A cada paso que creo dar, pierdo una sonrisa y me descubro más alejada de donde comencé.