16 de noviembre de 2011

Crónicas de Julieta I

El sol, tan lejano y egoísta, había asomado su esplendor por detrás de las nubes ignorando las penas que sufriría al ver su brillo y no pude más que maldecir su luz para mis adentros. Lamentablemente, mis manos no eran lo suficientemente poderosas como para cubrir mis oídos, así que ellos, deplorables puertas de la verdad oyeron la seca percusión que los cascos del caballo percutían contra el frío suelo, ¡se iría para siempre! Procuré sellar los labios que minutos antes él había besado y morder mi lengua hasta que una ardiente capa de sangre delinease mis dientes, censurando así las palabras que mi corazón no podría evitar gritar. Si él llegase a oírme volvería de inmediato tomándome prisionera, pero por más que ese fuese mi auténtico deseo no podía herirlo de tal forma. 


El relinche del caballo me trajo de vuelta a la realidad, abrí los ojos con sorpresa y busqué su figura... pero la muerte había sido más rápida que mi socorro y acudió antes, aliviando sus penas de éste modo: dejando su cuerpo tendido en el suelo y envuelto en una palidez espeluznante. 

3 comentarios:

  1. Que...espeluznante. No me sale otra palabra. Escribes fenomenal, tan bien, que has logrado que me imaginara todo tan detalladamente en mi cabeza. Tan claro, como si fuera verdad.
    Me encanta :)

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  2. PERFECTO.. Aunque triste pero me ha encantado :D

    Besos*

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  3. Me encanto el texto, tiene ese toque perfecto pero triste, esa mezcla me gusto mucho :D

    Besos

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