16 de diciembre de 2010

La oficina donde el destino, vestido de traje y anteojos juega a ser empresario y coordina con la suerte y Cupido, un par de papeles habían caído al suelo, y al caer alborotados sobre el parquet se mezclaron y desordenaron.
¿Será posible que, al momento en el qué el Destino debería haberlos recogido con mucha maña y clasificarlos por país, sexo, edad y contexto se hubiese distraído coqueteando con alguna muchachita atrevida que se había agachado en un buen gesto a recoger los papeles? ¿Habrían cruzado la vista, habrían sonreído y se habrían sonrojado, enamorandose de manera novelezca? ¿La habría invitado a tomar un café entonces, y así se habría olvidado de ordenar esos papeles para entregárselos a Cupido?
El papeleo habría reposado en el escritorio por unas semanas sin que nadie les prestase atención, y habrían pasado al olvido para nunca ser mandados con Cupido.
Así el Destino sería el culpable de que muchas historias tuviesen como único desenlace un par de lágrimas y corazones rotos... como la mía.

1 comentario:

  1. Bueno... las historias, como la tuya, seguro que tienen muchos finales. Siempre continúan adelante ;)
    Ya llegaran nuevas oficinas, papeleos y Destinos.
    Besitos desde Marte
    Mirna

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