En la mesa reposaba la cena interrumpida, dos copas de vino —una medio llena, marcada con rush y otra, medio vacía—, dos platos rebosando de espagueti y un revólver en el medio.
La respiración suya, se volvía más intensa a cada inhalada; pero ella, por cada exhalada perdía más instantes de vida. Sentía cómo se le escurría el tiempo.
Se llevó la mano derecha al pecho, y con la izquierda, tomó la copa de vino y sorbió hasta la última gota.
Alucinó que la banda volvía a tocar.
Él le tomaba la mano, ignorando que su corazón sangraba a borbotones, y la llevaba a la pista de baile. A cada golpe de la batería, él, colocaba una mano encima de ella.
Él le tomaba la mano, ignorando que su corazón sangraba a borbotones, y la llevaba a la pista de baile. A cada golpe de la batería, él, colocaba una mano encima de ella.
Exhalada, golpe, giro, paso, golpe.
El ritmo del tango les hacía saborear el poder de la muerte a cada paso, más más cerca.
Pero no importó... la pasión fue más fuerte.
El tango es tan pasional que siempre se acerca a la muerte.
ResponderBorrarUn beso , hermosa.